El Parador se erige sobre sobre los originarios, Hospital de San Juan Bautista y Colegio de los Infantes, edificios históricos artísticos del siglo XV. Hogar de paso para peregrinos y guerreros, adoptó en 1965 este objetivo para la Red de Paradores. El aparente vergel que constituye en jardín, su recogida piscina, soportales y paredes blancas intiman con espaciosas estancias en el interior, cuyas habitaciones rememoran la religiosa función de sus orígenes. La capacidad, precisamente, es uno de los atractivos fundamentales, que reflejan los Salones Guadalupe, Altamira y Mirabel; aunque terrazas de madera, balcones y patio porticado reflejan la apacibilidad de su semblante.
Los monasterios han constituido una preciada fuente del recetario extremeño. La consecuencia en el Parador de Guadalupe es obvia. La sencilla cocina de la tierra, se presenta deliciosa en platos representativos: Bacalao Monacal, Ajo Blanco Extremeño, Migas Extremeñas, Pollo a lo Padre Pedro, Embutidos Ibéricos, Caldereta de Cordero, Pudding de Castañas, y Muégado de Guadalupe, entre otros. El jardín les hará disfrutar de una cena romántica.