Este espectacular mirador, que fue escogido durante más de mil años por el Emir, es el enclave perfecto para una boda de ensueño.
Ubicado en la falda de la sierra, el entorno rebosa frescor, pues goza de una temperatura de cuatro grados menos que en la ciudad, acentuándose esta sensación de bienestar gracias a su piscina rodeada de exuberantes jardines de naranjos y hogar de las primeras palmeras de Europa. En ellos se pueden realizar fantásticos montajes para una ceremonia civil mágica y saborear un delicioso cóctel de bienvenida mientras disfrutáis de la maravillosa vista a la ciudad de los califas.
En el interior, las estancias son elegantes y muy luminosas, amplios salones con terrazas panorámicas ideales para celebrar una boda de más de 300 invitados.